Vuelve a ser el número uno del mundo. 13 trofeos del Grand Slam de tenis. 100 goles en una sola temporada con el Manacor de fútbol. Un hándicap de golf impropio de un amateur que apenas juega cuatro semanas al año. Hasta los dardos le han hecho ganar más de una apuesta. No necesitamos a Cristobal Colón o a Marie Curie para descubrir que Rafa Nadal es un prodigio del deporte.
No sólo eso. Dicen que puedes pegarte una cena digna de Martín Berasategui si Rafa ha salido a pescar ese día. Primero lo pesca, y luego lo cocina. Dos en uno. Cangrejos a mano o lubinas a caña. De respetar a los rivales o demostrar humildad mejor ni hablamos. Quién no recuerda a Nadal ganando por primera vez el punto definitivo de una Copa Davis y dando la mano uno a uno a todos sus rivales argentinos antes de celebrarlo como la ocasión merecía. “Escucho mi música y suena igual que en primera clase”, responde cuando le preguntan por qué vuela en clase turista. Salvo urgencia obligada, nada de aviones privados, como demostró en la última eliminatoria de Copa Davis.
Es un hecho. Rafa Nadal ha conquistado el corazón de los españoles. Indudable. Incuestionable. Pero se acabaron las loas. Turno para responder a una pregunta nunca formulada. ¿Qué hace fatal Rafa Nadal? Nadie es perfecto. “Y yo no soy extraterrestre, te lo aseguro”. Algo humanizará al manacorí. Y quién mejor para responder a la pregunta que cuatro de sus mejores amigos del circuito: Carlos Moyà, Marc López, David Ferrer y Feliciano López. Han pasado miles de horas junto a Rafa y saben de lo que hablan.
Abre el fuego Ferru. “El ping pong se le da fatal. Yo le he visto jugar y le veo muy tocho. Y en la Play Station ha mejorado, pero metiendo muchas horas. Para las horas que lleva no tiene mucha facilidad”. Dispara con bala. Y encima le echa la culpa a un miembro de TENNISTOPIC. “En Copa Davis le mete una caña Xavi Segura que no veas”. Más de una recepción de hotel ha visto al mejor tenista del ránking mundial hacer flexiones en calzoncillos.
Toma la palabra Marc, que ha compartido muchos partidos dobles e innumerables entrenamientos con Rafa. “Lo peor que le he visto yo ha sido jugar al padel. Jugamos hace unas semanas en Manacor y fatal. Rafa y yo contra dos amigos suyos. Ganamos en el quinto set, pero sufriendo”. ¿Algún golpe en particular? ¿La volea, quizá? “Todo en general. No puedo concretar porque fue un desastre en todos los aspectos”, responde sin poder contener una carcajada.
Eso sí, nadie se atrevería a rechazar a Nadal como compañero de pista, sea tenis o padel. “Sólo hemos jugado esa vez pero si hay que repetir, no hay problema. Jugaría con él otra vez”. Y más con ese gen competitivo que siempre ha caracterizado al manacorí. “Es Rafa. Aprenderá rápido”.
Se unen a la charla Feli y Charly. “Así, a bote pronto, se me ocurre conducir con marchas. No va nada fino”, aporta Moyà. Y olvídense de que Rafa les visite si tienen un perro. Charly tenía que encerrar el suyo en una habitación cuando aparecía por casa. “El tío ve un chihuahua y sale corriendo”. Miedo. Mucho miedo.
“Uffff, ya han dicho varias. Y todas son verdades como templos”, sentencia Feliciano entre risas. Y no se olvida de las manías en pista. “Si sigue así va a ser el nuevo Jack Nicholson”, el protagonista de Mejor Imposible. Colocar botellas, sacar calzoncillo, no pisar líneas…
Ya ven, es un fenómeno, pero no es perfecto. Sepan también que tiene miedo a la oscuridad y deja la televisión encendida en los hoteles. No nada en mar abierto si no ve el fondo. Y las tormentas, sobre todo si vienen con truenos y relámpagos, tampoco son lo suyo. Pero si en algo falla Rafa Nadal es en sus gustos gastronómicos. Al tipo que ha conquistado el corazón de todos los españoles no le gustan el jamón ibérico y el queso manchego. Imperdonable.